viernes, 22 de mayo de 2009

Premio Centenario de la Poesía y el Pentagrama

Francisco “Pancho” Rodríguez
Publicado en Revista La Candelaria de Turmero

En el año 1905, el gobierno de Aragua, presidido por el general Francisco Linares Alcántara (Panchito), abre un concurso literario para seleccionar la letra que debía llevar el Himno del estado, concurren como participante, entre otros, el poeta Ramón Bastida, domiciliado en Turmero. De ese acontecimiento se cumplieron cien años, el 28 de marzo próximo pasado. Para acercarnos a ese evento literario, y a la vida del poeta, ocurro a una tríada de fragmentos, cada uno con su correspondiente intertítulo, de trabajos del historiador Andrés Pacheco Miranda, tomados del folleto “Turmero tierra mía”, recopilación de crónicas, editadas por el Concejo Municipal de Mariño en 1978; con nota de presentación a manera de prólogo, escrita por el doctor Ciro Guzmán Morillo, donde se lee un segmento que dice: “A solicitud de mi persona, como Cronista de la Ciudad, y la ayuda valiosa del escritor Don Félix Acosta, convencimos a Don Andrés, para que como homenaje a los 358 años de vida de su pueblo, y al aniversario, 100 años de la muerte del Gran Demócrata General de División Francisco Linares Alcántara, único aragüeño y por cierto turmereño, Presidente de la República, nos cediera para su publicación en conjunto de una serie de sueltos periodísticos, aparecidos en la tercera y cuarta década del presente siglo y publicados en los diarios El Universal y La Religión”.

Llegada del poeta a Turmero
“Cuando mi primera juventud nacía nerviosa y animada bajo los cielos aragüeños, un día del año 1898 iniciaba yo la costumbre de recrearme por las tardes en los bancos de cal y ladrillo que existían en la Plaza Mariño de Turmero, alrededor de una glorieta que le servía de pedestal al busto en bronce del Héroe invasor de Chacachacare, conocí a dos jóvenes que se acababan de residenciar en mi pueblo: Ramón Francisco y Carlos Adolfo Bastida, nacidos en Caracas y parientes cercanos del doctor Adolfo Frydensberg. Los dos Bastida al conocerme trabaron buena amistad conmigo, y el mayor de ellos, Ramón Francisco, de cultura distinguida y consciente preparación literaria, se acercó más a mi espíritu, convirtiéndose en mi guía mental y confidente a la vez. Ramón Bastida, era poeta romántico y orador vibrante y elocuente. Se había educado en el colegio ‘Santa María’ que dirigió el eminente Agustín Aveledo, por quién sentía Bastida admiración y afecto con nobles exaltaciones de gratitud. Llegó a Turmero en 1898 formando parte de la honorable familia del doctor Adolfo Frydensberg, quién eligió a Turmero para su residencia definitiva” (Caracas, octubre, 1934).

El Himno del estado Aragua
“Cuando el gobierno de Aragua, organizó el Certamen Literario de 1905 para darle letra al Himno del Estado, no creó ningún jurado calificador: El Poder Ejecutivo se tomó estas funciones, privando en la elección de los versos para el Primer Premio, el criterio del señor José Eustaquio Machado, escritor clásico que conquistó fama en Venezuela por la pureza de su estilo, la serenidad de su pensar profundo y la íntima sustancia de su probidad, características que perfilaron siempre su talla intelectual y moral. Machado, sin embargo, no pertenecía al Poder Ejecutivo; solo desempeñaba entonces en La Victoria, un cargo de carácter particular. Numerosas fueron las composiciones que se enviaron al concurso, conquistando el lauro mi dilecto amigo el poeta Ramón Francisco Bastida y mereciendo el Accésit un gallardo soneto transformado en gloria del apolonida Sergio Medina. Este soneto hubiese ocupado el primer puesto y sería hoy la letra del Himno Aragüeño, si su autor se hubiera sometido a las bases del concurso, que abarcaban para la factura del canto, las épocas de la Independencia y de la Restauración Liberal. El mismo Bastida no obstante su fervoroso partidarismo por el general Cipriano Castro, según me confesó él mismo, había construido sus versos sin cumplir lo dispuesto en el Decreto Ejecutivo, pero antes de dirigirlos a su destino, se los leyó en consulta al general Francisco de Paula Guevara Santander, Juez Superior del estado Aragua, en cuyo Tribunal desempeñaba Bastida la Secretaría. Guevara Santander, que también era poeta, tuvo frases de elogios para la composición de Bastida, pero le manifestó que si no la completaba con un canto a Castro y a la Restauración, sería arrojada al cesto. Bastida, le agregó a sus versos sobre la mesa del señor Guevara, las dos últimas estrofas, que le fueron suprimidas después por Decreto del Gobierno de Aragua. En 1909 se dispuso que se hiciera en Alemania, una edición de lujo del Himno del Estado, Letra y Música, con los retratos de sus autores, Ramón F. Bastida y Manuel María Betancourt”. (Caracas, diciembre, 1934).

La muerte del poeta
“En vísperas de su muerte, en una hora de realidades inquietantes, vi a Bastida prematuramente envejecido, rondando por el Parque Mariño, sitio de recreo pueblerino, en donde tantas veces habíamos soñado con visiones de triunfos y con alturas ignoradas, notablemente presentidas. Estaba triste, flaco, enfermo. Nos encontramos en la Avenida Este, frente a un bosque blanco de azahares florecidos. Un perfume intenso llenaba el ambiente. ‘Hermano: Me siento morir’. Fueron sus primeras palabras, y luego me refirió un suceso que acababa de ocurrirle en un almacén, en la calle de La Factoría, suceso penoso que hirió profundamente el alma del poeta. Mudo como una roca, permanecía yo ante el poeta en desgracia, y de sus hermosas pupilas, color de las montañas del Ávila, veía brillar lágrimas, como si fuesen el mismo rosario de perlas que conquistó él, gallardamente en 1905, en inolvidable y suntuosa fiesta de la Sociedad Hijas de María, organizada con éxito por el talento y el entusiasmo juvenil del Padre Peñalver. Ahora vagaba dolorosamente, por las calles melancólicas de aquel pueblo, que él había enaltecido con su verbo y con su pluma. Al fin dejó de existir el día 26 de abril de 1909. El gobierno del estado Aragua sufragó los gastos de las exequias del poeta y el sepelio de su cadáver se verificó en el cementerio viejo de Turmero, en donde reposan sus cenizas”. (Caracas, octubre, 1934).

Miscelánea final
Por sus quehaceres de educador, de poeta y orador, Ramón Francisco Bastida se ha perpetuado como un turmereño ilustre; su presencia es tema indisoluble en la historia local, a pesar de haber nacido en Caracas, como lo asegura su amigo y biógrafo Andrés Pacheco Miranda, contradiciendo a otros historiadores que lo dan como nativo de Barinas, identificando como Ramón J. Bastida, al artista autor de la letra del Himno de Aragua, que recibió por su lauro: diploma de honor y trescientos bolívares (Fleitas Núñez, 2001). Las páginas de Candelaria-Turmero, al reconocer la visión amplia de su creación, manifiestan satisfacción al recordarlo y recrearlo a la generación actual y futuras.

Bibliografía
• Pacheco Miranda, Andrés. 1978. Turmero, tierra mía.
• Guzmán Morillo, Ciro. 1985. El poeta y educador Ramón Bastida.
• Fleitas Núñez, Germán. 2001. La Victoria, ciudad santa de la Restauración. Pág. 43

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